Publicada en la edición Nº5 de la Revista D
Los futurólogos se equivocan más que los economistas en sus predicciones y, a pesar de ello, nos seducen siempre con la misma técnica: el miedo. Según ellos, todo será peor en el futuro. No existen futurólogos que pregonen un futuro formidable porque pasarían a ser políticos o vendedores de proyectos inmobiliarios. Los futurólogos actuales la tienen fácil y se limitan a amenazar a la mitad del planeta con la cesantía irreparable producto de la inteligencia artificial, y como todos les creemos, a renglón seguido pueden inventar la calamidad que se les antoje. Aprovechando el empujón de la moda apocalíptica, aquí va mi vaticinio.
En el año 2099 las mascotas comerán mejor que sus dueños. Estoy seguro. Las señales son innegables sobretodo porque quienes se dedican al populismo incluso le ponen nombre de comida a su mascota. Kim Kardashian le puso Sushi a su perro pomerania y el Presidente Boric bautizó brownie a su quiltro.
El perro del hortelano, el maldito aquel que no come ni deja comer de las fábulas de Esopo, será un recuerdo agradable al lado de las bestias con derechos fundamentales que dominarán la segunda mitad del siglo. El perro de la fábula era sólo un tipo confundido que le hacía la vida imposible a las vacas porque se sentaba arriba de la paja del establo y no las dejaba comer. Ahora es distinto, los perros son activistas.
El lobby de los perros, mucho más poderoso que el de los gatos y que el de los artistas, no se detiene en conquistar nuevos derechos. En la cuenta pública presidencial se anotaron el plan piloto para sepulturas gratuitas y un registro nacional de sus abusadores, que no sería raro que funcione mejor que el catastro de los que manosean niños. Los perros ya tienen planes de planificación familiar y derecho a la alimentación adecuada. Los avances son palpables. Si no me cree, le pido que se de una vuelta por el bar de cervezas de la calle Orrego Luco en Providencia, que además de tener en su menú varios revoltijos tipo chorrillana, venden un plato especial para alimentar perros in situ.
Las moscas, que han gozado por un par de milenios de acceso ilimitado a cuanto boliche se les antoje, y que han probado todos los platos incluso de las cartas más finas, antes que termine el siglo deberán ceder su privilegiado sitial a los perros. Es que el lobby feroz de los perrunos esconde su innegable clasismo. A pesar de que la sociedad le ha reconocido toda clase de derechos, sentimientos y hasta pensamientos a los pets, sus dueños hacen vista gorda con el horario de trabajo de la compañera gallina ponedora o las condiciones laborales del compañero percherón, que todavía tira carretelas en el campo. Ni hablar del desprecio que le tienen los doglovers a las hienas, los murciélagos y otros animales demonizados por Disney.
Le aseguro que en pocos años, usted, además de perder su trabajo por culpa de las nuevas maquinitas digitales, mirará atónito como los canes se morfarán de un tarascón los mejores manjares de la tierra. Dígale altiro a sus nietos que se vayan acostumbrando a los pelets porque la mascota de la casa se va a comer el jamón serrano, las papas rellenas y hasta los lomos vetados cuidadosamente asados. En el futuro los perros comerán grandes banquetes mientras sus dueños babean de alegría.
Pero todo tiene un lado amable. A pesar de la inminente dominación de la sociedad occidental por parte de las mascotas cuadrúpedas, el avance de los derechos de los perros nos asegurará toneladas de carne de vaca, chancho y pollo porque tal como el perro del hortelano, no existen los perros herbívoros. Algo es algo
Receta
Entraña con wasakaka
Para 4 personas
El wasakaka, una salsa de la República Dominicana que le va fantástico a una entraña. La puede hacer a la parrilla o en un sartén bien caliente.
- 1 Kg de entraña limpia
- 3 dientes de ajo grandes
- 1 cucharada de hojas de orégano fresco, finamente picadas
- 1 cucharada de vinagre blanco
- 2 cucharaditas de aceite de oliva
- 1 cucharadita de sal
Para el Wasakaka
- ⅓ taza de jugo de limón sutil fresco
- ½ taza de hojas de perejil fresco, finamente picadas
- ¼ taza de hojas de cilantro fresco, finamente picadas
- ¼ taza de hojas de orégano fresco, finamente picadas
- ¼ taza de aceite de oliva virgen extra
- 2 dientes de ajo, picados
- ½ cucharadita de sal
- ¼ cucharadita de pimienta negra recién molida
Seque la carne con toallas de papel y póngalos en una bolsa grande con cierre hermético.
A continuación combine el ajo, el orégano, el vinagre, el aceite de oliva y la sal en el tazón de un mortero o procesador de alimentos pequeño. Muela hasta formar una pasta fina y luego vierta la marinada sobre el filete. Cierre la bolsa y agítela bien para cubrir la carne, frotando suavemente según sea necesario. Deje reposar al menos 30 minutos. Si puede refrigérelo durante la noche pero asegúrese de dejar que la carne alcance la temperatura ambiente antes de asarla.
Tenga listo el fuego de la parrilla o un sartén bien caliente
Mientras tanto, prepare el wasakaka: Combine el jugo de limón, el perejil, el cilantro, el orégano, el aceite de oliva, el ajo, la sal y la pimienta en un bol y revuelva hasta que se incorporen los ingredientes. Si desea una salsa más cremosa, licúe en un procesador de alimentos pequeño o una licuadora. (El wasakaka se conserva de 3 a 4 días en un frasco sellado en el refrigerador).
Una vez que la parrilla o el sartén estén listos, saque la carne de la bolsa y sacuda el exceso de marinada. Colóquelo en la parrilla y selle por unos 3-4 minutos. Con pinzas, levante la esquina para asegurar que la entraña tenga un buen tono antes de darla vuelta. Luego, cocine durante 3-4 minutos más hasta que alcance el punto deseado.
Retire la carne de la parrilla y déjela reposar de 5 a 7 minutos. Córtela en tiras y póngale encima el wasakaka, o sirva la salsa aparte. Pruebe y si es necesario corrija la sal, si lo desea. Sirva de inmediato y ¡A gozar!
Obviamente que hay animales notables en la historia de la humanidad como la perra Laika que fue al espacio antes que cualquier ser humano, o la orca Tilikum que se desayunó a su instructor o al tigre Montecore que intentó comerse a los magos Sigfried & Roy. Animales sobresalientes.
Además, todos los animales merecen respeto. Lo principal es matarlos bien, rápido y de sorpresa.