Secreto 

Publicada en la edición Nº8 de la Revista D

El Wall Street Journal nos cuenta que el presidente Trump le mandó una carta a Jeffrey Epstein con motivo del cumpleaños Nº50 del suicidado traficante de menores. La carta, además de tener dibujado el voluptuoso cuerpo de una mujer con la firma de Donald imitando las partes pudendas, remata el saludo con este mensaje: “Feliz cumpleaños y que cada día sea otro maravilloso secreto”. Chan. 

Los gringos conspiranoides del MAGA llevan meses pidiendo que se desclasifiquen los archivos de Epstein, producidos por la investigación del FBI, porque anhelan probar que los demócratas, incluyendo a Clinton y Obama, viajaban a la isla pedófila del Caribe a adorar al diablo y a fornicar con enanos menores de edad. Ahora que a su líder supremo se le resbaló el mango del sartén al dejar rastro escrito de su amistad con el delincuente muerto, se les quitaron un poco las ganas de que se destape la olla. ¿Cómo culparlos? Mal que mal, el ser humano es muy dado a esconder los secretos propios y al mismo tiempo a dedicarle tiempo y esfuerzo a enterarse de lo que ocultan los demás. 

Los secretos pueden alegrarnos o atormentarnos pero siempre atraen a consumidores, copuchentos, golosos y detectives. ¿A quién no le gustaría saber la fórmula de la Coca-Cola? o tal vez ¿quién mató a Matute?, ¿qué secretos habrá detrás de la liberación del sicario?, ¿quién quemó el metro?¿la señora estaba borracha la noche del 27F? ¿qué ingredientes tiene la salsa secreta? , ¿cómo se llamaba el piloto que bombardeó el hospital de la FACH el 11 de septiembre de 1973? Secretos y más secretos que tal vez se irán con alguien a la tumba como algunas de las preparaciones de esas viejas malditas de antaño, que por no revelar su receta de las empanadas, usaban la artimaña de dar mal las cantidades u omitir un ingrediente de la preparación. 

En cocina muchas cosas son pasadas por secreto pero en realidad son simples técnicas de cocinero con buenas horas frente a los fuegos. No es secreto que es mejor cocinar la carne a temperatura ambiente y no recién sacada del refrigerador; se sabe que para hacer una buena holandesa hay que batir bien las yemas y ponerles un chorrito de agua porque se emulsionan mucho mejor; es de público conocimiento que para dejar bien crocante la piel del salmón hay que calentar bien el sartén y el aceite, secar con toallas de papel el pescado y dorarlo sin apurarse a darlo vuelta. También es bueno saber que cuando se pica ají se puede quedar con los dedos muy picantes y de puro idiota metérselos en los ojos. Le pasó a un amigo. Para evitar el ardor insoportable de cualquier parte del cuerpo que decida tocar, échese jugo de limón en los dedos y shazam! se acabó el peligro. 

También hay historias que no son ningún secreto sino puras cuchufletas. Como el cuento del corcho en la olla para que el pulpo quede blando o prender velas cuando está cortando cebolla y así evitar las lágrimas. Los incautos ignoran que para que los pulpos queden blandos hay que aforrarles y las cebollas hacen llorar si uno les corta el poto. 

Obviamente los hechiceros y los cocineros cantinfleros dirán que la cocina está llena de secretos. Pero la realidad es menos mágica que las promesas de los chef en busca de clicks en las redes sociales. Tal vez, hay un gran y único secreto en la cocina: quién es el cocinero. Dos personas distintas que disponen de exactamente los mismos ingrediente obtendrán resultados distintos. Si el que cocina es capaz de quemar hasta el agua y no sabe ni como hacer hielos, nada bueno puede salir de ahí. Es como cuando un ser de baja estofa manda una nota de feliz cumpleaños a su amigo delincuente. Al final, y afortunadamente, los secretos son pocos y que casi, casi todo, depende de las personas que tienen el sartén por el mango. Algo es algo.

Receta para el domingo:
Lentejas con salsa de tomate y salsa secreta de yoghurt y limón

para 4 personas

  • 3 cucharadas de mantequilla 
  • 150 grs de triple concentrado de tomates
  • 1 diente de ajo, finamente rallado
  • 1/2 cebolla picada fina
  • 1 cucharadita de orégano seco
  • 1/2 cucharadita de ají en hojuelas, por ejemplo peperoncino y más para servir
  • 1/2 copa de vino blanco seco
  • 250 gramos de lentejas de 4 mm.
  • Sal y pimienta
  • 1 limón
  • 140 gramos de yoghurt de leche de cabra (se puede reemplazar por yoghurt griego o similar)

En una olla grande derrita la mantequilla a fuego medio. Añada la cebolla y dore unos 3 minutos. Luego agregue el ajo y dore un minuto más. A continuación incorpore la pasta de tomate, el orégano y las hojuelas de ají. Revuelva hasta que la pasta de tomate se oscurezca un poco y se pegue al fondo de la olla, de 2 a 4 minutos. 

Agregue el vino blanco y raspe la olla para que se despegue todo. Incorpore 4 tazas de agua hirviendo, las lentejas y 1 cucharadita de sal. Aumente el fuego a medio-alto, raspe cualquier trozo dorado pegado a la olla y revuelva para deshacer los trozos grandes de pasta de tomate. Cubra parcialmente la olla y lleve a ebullición suave. Luego, cubra completamente, reduzca el fuego a medio-bajo, y cocine hasta que las lentejas comiencen a deshacerse de 15 a 20 minutos. 

Revuelva ocasionalmente y raspe cualquier lenteja pegada del fondo de la olla. Mientras tanto, ralle la cáscara de un limón en un bol pequeño y agregue el yoghurt, sal y pimienta y revuelva para que se incorporen bien y se forme la salsa.  

Apague el fuego de las lentejas. Corrija la sal. Sirva 4 platos de lentejas, ponga la salsa de yoghurt encima y espolvoree un poco de hojuelas de ají encima. Sirva de inmediato y ¡A gozar!