Publicada en la edición Nº13 de la Revista D
Temprano en la mañana, cruzando la carretera urbana a toda velocidad, sintonicé alguna radio donde informaron que este año el Cardenal Chomali efectuaría la bendición de los animales en formato telemático. El motivo es el mismo que hace siglos: celebrar el día de San Francisco de Asís, primer animal lover del planeta, santo patrono de los veterinarios.
Con la ayuda del espíritu santo y de la fibra óptica, la bendición del cardenal chileno, aunque desprovista de olores y ladridos de perros, llegará en un milisegundo desde el cura hasta las mascotas. Para que funcione, imagino que es requisito poner al loro o al gato directamente frente a la pantalla del computador. A decir verdad, no sé por qué bendicen a los animales si después no les dan acceso al cielo y los dejan en esa sala de espera eterna, llena de revistas viejas, llamada purgatorio. Contradicciones del modelo, imagino.
En realidad no sé si los animales todavía se van al purgatorio, o si ya les hicieron un upgrade y al morir los mandan al cielo. Estoy atrasado en el catequismo y no puedo asegurar si la política de admisión a la vida eterna es sólo para mascotas o también incluye a pollos broiler y a tigres de bengala.
Como sea, el asunto de la bendición es un bonito momento de celebración de los animales. Si alguna vez anda de turista en Nueva York el 4 de octubre, no se pierda la ceremonia en la tremenda iglesia Saint John The Divine, donde se la toman en serio hace décadas y bendicen a burros, camellos, canguros, llamas, caballos y tortugas todos juntos como hermanos ahí mismo frente al altar. También les dan las buenas vibras a animales comestibles como vacas, ovejas y carneros que, en el espíritu de San Francisco, merecen cuidado y respeto.
Eso sí, que no se vayan a subir por el chorro los veganos tergiversadores e intenten llevar agua a su molino. El fundador de la orden Franciscana, que nació con una cuchara de plata en la boca en el poblado medieval de Asís, en la Umbría, una vez adulto se dedicó a la vida mística y a comer poco y bolseado. Como la necesidad tiene cara de hereje, sabemos que el santo medieval se zampaba su trozo de animal si se le presentaba la oportunidad.
Consta en el Speculum Perfectionis que estando convaleciente en el palacio episcopal de Asís, el santo manifestó sus ganas de comer pescado y como por milagro llegó un fraile “con una cesta que contenía tres grandes lucios y una tarta de gambas que San Francisco devoró con gusto”. Le gustaba la tarta de gambas. Digamos, quiche de gambas a las finas hierbas, porque en la colinas de la Umbría, que el santo del siglo XII recorría a pata pelada, abunda el romero, el tomillo silvestre y también el queso.
Es bueno bendecir a los animales y para nosotros los bípedos no hay mejor forma de seguir los pasos del Santo, honrando como se debe la vida de los de cuatro patas morfándolos de nariz a rabo. Esas criaturas se van directo al cielo, porque no hay vida más satisfactoria para un animal que nació para alimentar humanos, que ser aprovechado en su totalidad y además ser cocinado como merece.
Por mi parte no pido bendición ni presencial ni por internet. Sí le pido a los cardenales, a cualquiera de ellos, que interceda para que los benditos gusanos celebren a San Francisco y me chupeteen y coman hasta que me dejen los huesos pelados, como la cesta con los tres pescados y la tarta de gambas que devoró el Santo. Algo es algo.
Receta para el Domingo:
Costillas de chancho a la cacerola
6 personas
- 2 cucharadas de aceite vegetal
- 1 costillar de 2 1/2 kg aprox.
- 2 cabezas grandes de ajo, cortadas por la mitad (por el Ecuador)
- 1 cebolla mediana, picada
- 4 tallos de apio, picados
- 2 zanahorias medianas, picadas
- 3 cucharadas de pasta de tomates
- 2 tazas de vino blanco
- 2 tazas de caldo de vacuno
- 4 ramitas de tomillo
- 1 taza de perejil, picado
- 1/2 taza de ciboulette, picado fino
- 1 cucharada de ralladura de limón
- Sal y pimienta recién molida
Precaliente el horno a 160 grados.
Mientras toma temperatura, corte las costillas con uno o dos huesos, como usted prefiera.
Caliente el aceite a fuego medio-alto en una olla grande que pueda ir al horno. Sazone las costillas con sal y pimienta. Trabajando en tandas, dore las costillas por todos lados, de 6 a 8 minutos por vez. Transfiera
las costillas doradas a un plato grande y continúe con las restantes.
Una vez que todas las costillas estén doradas, resérvelas.
A continuación, descarte la grasa del sartén salvo 2 cucharadas. Reduzca el fuego a medio y agregue las cabezas de ajo, cuidando que el lado cortado quede hacia abajo, y cocine hasta que esté dorado, de 1
a 2 minutos. Agregue la cebolla, apio y zanahorias, y sazone con sal y pimienta. Revuelva para cubrir las verduras y continúe cocinando hasta que estén blandas, pero aún no doradas, de 5 a 10 minutos. Agregue la
pasta de tomates y revuelva para mezclar con las verduras. Cocine 2 a 3 minutos más, revolviendo ocasionalmente, hasta que la pasta de tomates comience a caramelizarse en el fondo y en los bordes de la olla.
Añada el vino blanco y, con una cuchara de madera, raspe los trozos caramelizados. Hierva a fuego bajo 2 a 3 minutos más, para reducir. Agregue el caldo de vacuno junto con el tomillo.
Con unas tenazas, regrese las costillas a la olla, junto con el jugo que se haya acumulado en el plato. Deben quedar sumergidas; si apenas estén cubiertas, colóquelas con el hueso hacia arriba de manera que
toda la carne quede sumergida y agregue más caldo de carne o agua, según sea necesario, para taparlas por completo.
Tape y transfiera la olla al horno.
Cocine hasta que las costillas estén tiernas y la carne se desprenda del hueso (debe poder desmenuzarse con un tenedor), de 2 a 2 1/2 horas.
Con las tenazas, retire las costillas de la olla, teniendo cuidado que el hueso no se separe y transfiéralas a una fuente para llevar a la mesa.
Si bien puede servir las costillas directamente de la olla, las verduras habrán perdido su sabor y textura, así que es mejor colar la salsa y servirla aparte.
Agregue perejil, ciboulette y ralladura de limón sobre las costillas. Sazone con sal y pimienta y sirva de inmediato.